El sol y la brisa
me regalan chocolates,
tu inconfundible sonrisa,
y una esperanza que late.
El verano caluroso
me trajo muchos dulces.
Un amor hermoso
y una fe que me conduce.
Dios en el cielo
me obsequió un angelito
para derretir mi hielo,
y compartir su infinito.
Mi fe y mi esperanza
me devolvieron la vida,
mariposas en la panza
me llenaron de alegría.
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